El inicio de la Historia: Búsqueda.

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Una foto y un escándalo que evitar; lo demás no es tan simple a la vista.

viernes, 26 de diciembre de 2014

#HistoriasCortasTCE No. 14: “Mariposas en las Esmeraldas”.



#HistoriasCortasTCE No. 14: “Mariposas en las Esmeraldas”.


Zona esmeraldífera. 30 años atrás.


    En el interior de la cantina de la zona esmeraldífera, Fabriciano se negaba a la propuesta que el abogado y contrabandista de esmeraldas: Honesto Vargas, le hacía.  El joven ex minero con ímpetu le decía: -¡Honesto, carajo, no puedes pedirme esa vaina, cómo se te ocurre que voy a robar las joyas de la difunta Doña Matilde de De la Vega! ¡Una cosa es que no soporte a Don Nicanor, otra que me meta con las cosas de una muerta, que en paz descanse! Honesto buscó rápidamente las palabras más convincentes para envolver al torpe Fabriciano: -Amigo, sé que te parece un poco descabellado mi propuesta, pero es que quizás todavía no comprendes todos los derechos que te ganaste al casarte con la hija de Don Nicanor, con Nidia De la Vega.  Verás, Fabriciano, Nidia es lógicamente la heredera de la colección de joyas con esmeraldas de la difunta Doña Matilde, por ser su hija mayor.  Ahora bien, si Nidia es la dueña de esas maravillosas piezas, tú al ser su marido, tienes derechos sobre esas pertenencias, sobre esas joyas, porque el hombre tiene que mandar sobre las cosas de su mujer, ¡o no, mi buen, Fabriciano, je, je! El joven ex minero y ahora hombre importante de la región apoya la opinión de Honesto: -¡Pues sí, eso es verdad, yo debo mandar sobre las cosas de Nidia, porque total, ella no sabe nada de la vida, todo lo tuvo fácil, no como yo que nací en la miseria y aprendí a trabajar desde niño en una mina!  Honesto viendo que Fabriciano había caído en la telaraña de la tentación, dice complacido y con don de convencimiento: -Así es, Fabriciano, eres tú el que tiene la capacidad de sacarle el mejor provecho a la colección de joyas con esmeraldas de Nidia De la Vega: tu mujer.  ¿Ella qué haría con todas esas joyas, Fabriciano? Seguro que lucirlas en cuanta fiesta y evento social y ya, ¿pero tú qué sacarías de todo eso? Nada y no tiene por qué ser así.  De seguro que Don Nicanor no te habrá explicado tus derechos sobre esas joyas, ¿o me equivoco?  

  Tragando otro vaso de aguardiente y muy enojado, Fabriciano dice casi gritando:  -¡NO, NO ME DIJO NADA, ESE DESGRACIADO DE NICANOR NO ME DIJO NADA DE ESO!  Honesto con una sonrisa maliciosa añade: -Pues estuvo muy mal de su parte, porque su suegro le dio a él la bienvenida a la familia Altamira con todos los lujos y comodidades y lo instaló en La Casona como amo y señor; lo que sucede aquí es que Nicanor te quiere ver a su sombra, no te quiere dejar mandar sobre las cosas a las que tienes derecho.  Sabes que hablo con conocimiento, si soy tu abogado, necesitas ahora más que nunca un abogado como el hombre de dinero y poder que eres.  Fabriciano con prepotencia, mostrando más su ignorancia que otra cosa, dice: -Sí yo sé eso, yo sé que los millonarios como yo tienen abogados como tú, Honesto.  El ambicioso contrabandista y hombre de leyes, dice:  -Para eso estoy aquí, Fabriciano, para velar por tus intereses y por eso, te hice la propuesta que tanto te alarmó innecesariamente.  Lo que está pasando aquí con la colección de joyas con esmeraldas de Doña Matilde, es que te están prohibiendo su acceso para que puedas tomar una decisión sobre ellas, y qué mejor decisión que venderlas y quién mejor que tú para decidirlo y quién mejor que yo, para hacerte los contactos necesarios de manera de obtener la mejor oferta posible.  Piénsalo, Fabriciano, al vender esas joyas, vas a hacerte de tu propio capital y lo necesitas, porque Nicanor De la Vega sólo te dará migajas, hasta el día que puedas sacarlo del poder, del manejo de la mina La Própsera y de la hacienda La Casona.  Te prometo conseguirte los mejores compradores del mundo, que a su vez te servirán como contactos que necesitas ir cultivando como hombre importante del país.  Esto no lo vamos a hacer como en los tiempos de antes, no me voy a poner a vender las joyas con esmeraldas de Doña Matilde por las calles de Bogotá; esto lo vamos a hacer a nivel de una sociedad entre los dos, siendo tú el jefe y yo el empleado.  Voy a lograr que te reúnas con los hombres más importantes del mundo, en  los restaurantes y clubes más finos posibles, para las negociaciones y ventas.  Por ti, crearé una cuenta en un banco en el extranjero, en dólares, para ir depositando las ganancias.  Sólo tienes que entrar al cuarto de Doña Matilde e ir sacando una a una, las joyas.  Qué tal si empezamos por un broche en forma de mariposa, todo de esmeraldas, que tenía Doña Matilde. 
Es una joya fácil de reconocer entre tantas que debe haber en esa habitación, aunque no debe ser la única con ese motivo, porque a la difunta esposa de Don Nicanor, le encantaba las mariposas azules de la región, pero como su marido administraba la mina de esmeraldas más ricas de la zona, se le antojó hacer mariposas de color esmeralda y su deseo fue complacido de inmediato, creándose toda una serie de piezas especiales con ese tipo de diseño.  ¿Fabriciano, crees que podrás sacar ese broche de mariposa hecho con puras esmeraldas......?

     Fabriciano tomó otro vaso de aguardiente antes de contestar.  La brillante mirada de Honesto que denotaba su ambición, logró convencerlo.  Dando un golpe a la mesa al colocar el vaso con alcohol que había ingerido, dijo con decisión: -¡Lo voy a hacer, Honesto, voy a tomar lo que es mío por derecho!  Honesto agrega: -Es que así debe ser.....Fabriciano tras decidirse, pregunta con inseguridad: -¿Pero cómo voy a hacer para entrar al cuarto de Doña Matilde? Ese cuarto siempre está cerrado, Nicanor lo cuida como si fuera una vaina sagrada y además, Doña Pedra: la mamá de Simona, guarda la llave de ese lugar más que a su Biblia.  Con Simona no puedo contar, ella es mi amiga, pero antes que eso, se siente que le debe mucho a Nicanor, por ser su jefe.  Honesto rápidamente le sugiere una solución a Fabriciano:  -Si ese cuarto es custodiado con tanto cuidado, debe también dársele mantenimiento constante; es decir, en algún momento se entrará ahí para limpiarlo, acomodarlo, sacudir las pertenencias.  Fabriciano dice ante el comentario: -Eso es verdad, Honesto, siempre le ponen flores frescas y de vez en cuando he visto a una muchacha que limpia en la casa, entrar por órdenes de Doña Pedra, a quitarle el polvo y la mugre a las cosas de la difunta Doña Matilde.  Honesto sonriendo, dice: -Entonces, ahí tienes tu respuesta y hasta tu llave.  Sigue a la muchacha que hace la limpieza por órdenes de la ama de llaves y lo demás que tengas que hacer para lograr que ella te deje entrar en el cuarto.....je, je, je, te lo dejo a tu imaginación como conquistador.....ja, ja, ja.  Honesto le dio una palmada en la espalda a Fabriciano y brindó con otro vaso de aguardiente con él: -¡A la salud de las esmeraldas, mi buen amigo y jefe! ¡SALUD!

      A la mañana siguiente en la hacienda La Casona, Fabriciano se levanta muy temprano y camina en dirección de la habitación de Doña Matilde.  Como una trampa puesta por la tentación, la muchacha de la limpieza había decidido entrar al cuarto para la rutina de mantenimiento del lugar.  Sacando una llave dentro de un juego de varias, ella se disponía a entrar, pero la mano de Fabriciano detiene la puerta y él se acerca con dotes de conquistador que acostumbraba a usar desde que las mujeres despertaron de muy chico, tentaciones y deseos en él.  –Manuelita, tan bonita como siempre......La muchacha sonrojada, dice: -Ay. Don Fabriciano, buenos días, cómo le va.....Fabriciano con una sonrisa y sus ojos celestes, responde: -Muy bien, pero tú mejor......Manuelita sólo ríe y baja su mirada.  Fabriciano continúa con la conquista: -No, Manuelita, no me quites esa carita tan bonita que tienes, siempre te he visto por aquí, desde que era un minero y mi mamá planchaba para la hacienda, pero ahora soy el patrón, ¿o no? Manuelita asienta con la cabeza, Fabriciano prosigue con el plan: -Al patrón se le obedece, Manuelita y el patrón quiere darte un besito......Manuelita con los ojos desorbitados, no supo qué responder.  Fabriciano se acerca a ella como si fuera a besarla, pero se detiene y dice: -Pero mejor sería que nadie nos viera, ¿qué tal si abres esa puerta rápido, para estar solitos?  Manuelita pareció no querer desperdiciar la oportunidad por nada del mundo y corrió a abrir.  Dentro de la habitación, con la puerta cerrada, Manuelita prácticamente se abalanza hacia el joven Fabriciano, a lo cual él la detiene y le dice: -¡Déjame, Manuelita, vete, sal de aquí, déjame solo! Manuelita con asombro dice: ¡Pero, Fabriciano......! Fabriciano con firmeza, dice: ¿Quieres que le cuente a todo el mundo que querías conquistar al patrón, al esposo de la niña Nidia? ¡No, verdad, así que lárgate, deja la puerta sin llave y vete, pero ya!  Manuelita sale corriendo, casi llorando también.  Fabriciano con la puerta cerrada, dentro de la lujosa habitación, se  detiene un momento a pensar.  Había hecho algo muy indebido por las razones equivocadas; ni él debió intentar seducir a una inocente empleada e incluso no lo había hecho movido por un deseo incorrecto, sino sólo por cumplir con la petición de su abogado Honesto Vargas. Fabriciano se dice a sí mismo: -Qué estoy haciendo......



Melissa G.



Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No. 15….

jueves, 18 de diciembre de 2014

#HistoriasCortasTCE No. 13. “Los Viejos Tiempos de la Guaquería”.


#HistoriasCortasTCE No. 13.  “Los Viejos Tiempos de la Guaquería”.

  
Zona esmeraldífera. 30 años atrás.



   Fabriciano no había terminado de salir de su asombro y temor ante la presencia de su esposa Nidia buscándolo por las calles del pueblo, cuando una insistente voz lo llamó y de una sola vez  lo termina de introducir a la cantina de la localidad.  Un hombre con sonrisa maliciosa y perspicacia en su mirada le habla con toda la confianza a Fabriciano: -Fabriciano, te estaba buscando, tengo un negocio para ti.  Evidentemente, aquel hombre no se sentía intimidado por la nueva posición social y económica que ocupaba Fabriciano  como el yerno de Don Nicanor De la Vega.  Fabriciano sin perder su acostumbrada manera de hablar despreocupada, le recuerda el nuevo nivel donde él se encontraba: -Déjame decirte una vaina, ya no es lo mismo que antes, Honesto, ya no necesito de ti para sacar dinero; ya no soy un minero, ni tú mi contacto para el contrabando.  No necesito ser un guaquero, si soy el esposo de Nidia De la Vega, tú lo sabes. Honesto, una ironía su nombre ante las fechorías que acostumbraba a cometer, le dice a Fabriciano con una envolvente actitud de falsa camaradería: -Fabriciano, estos asuntos no se tratan así, sin por lo menos, un par de aguardienticos de por medio.  Pienso invitarte a pasar a mi mesa, para que puedas escuchar mi propuesta, propuesta que por demás está a tu nivel: El nivel del hombre más importante de la región y eso todo el mundo lo sabe.  Además, mi buen amigo, por ahí vi a la señora Nidia buscándote y todos sabemos para qué lo busca la mujer a uno:  Sólo para molestar, ¡ja, ja, ja!

    Fabriciano sintiéndose identificado con esas palabras, dice: -Eso es verdad, Honesto, las mujeres sólo saben fregarle la vida a uno, ¡sólo por eso voy a sentarme a tomar un trago contigo! Honesto observa a Fabriciano con su perspicaz mirada mientras lo conduce con cortesía a una mesa al fondo de la cantina. Él era no sólo un hombre mucho mayor que el joven ambicioso de Fabriciano, también era un hombre más preparado que aquel joven minero que ahora pertenecía a la importante familia De la Vega.  Honesto era un abogado titulado que había encontrado en la región de esmeraldas la cuna perfecta para dar rienda suelta a su mente calculadora y desprovista de todo apego a la verdad. 


    Fabriciano toma asiento en la mesa de Honesto, mientras éste le dice: -Toma asiento, mi buen amigo y bebe el mejor aguardiente que la cantina de este pueblo tiene, lo pedí especialmente para ti.  De un solo sorbo, Fabriciano bebe el primero de muchos tragos de aguardiente.  Cada palabra de Honesto, la envolvía con precisión con un nuevo vaso de alcohol servido para tentar al joven ex minero.  Honesto dice: -Bien has dicho al recordarme que ya no eres aquel joven minero que un día
conocí en las inmediaciones de la mina La Próspera y que le propuse algo más que ser un simple guaquero que buscara esmeraldas en la tierra que los mineros ya habían explorado.  En aquella ocasión, te hice ver las posibilidades que tenías al estar en pleno corazón del yacimiento más rico de la región de esmeraldas, te expliqué cómo el tomar esmeraldas legalmente extraídas por tus compañeros y dármelas a mí para que las vendiera por mi cuenta, era mejor que trabajar para Nicanor De la Vega.  ¿Te acuerdas? Fabriciano tragando otro gran sorbo de aguardiente, dice: -Claro que me acuerdo, si el asunto era muy sencillo: Yo me robaba cualquier esmeralda que viera por ahí y que iba a ser para la producción de Don Nicanor y te la daba a ti para que la vendieras por las inmediaciones o hasta en Bogotá.  ¡Yo era el que corría el riesgo más grande, pero tú te llevabas un dineral, Honesto!


    Honesto con una calmada sonrisa, sirviendo otro vaso de aguardiente, le dice a Fabriciano:  -Amigo, no digas eso, ya te había explicado que tampoco es fácil vender clandestinamente esmeraldas, porque después que me entregabas la piedra, el riesgo lo corría yo tratando de venderla, pero como bien habías señalado, ya no eres un minero, eres el yerno del dueño de la mina, eres el futuro dueño de La Próspera, pero no por eso, el negocio se tiene que terminar, amigo.....lo que necesitas ahora es ser socio capitalista de esta pequeña organización empresarial de extracción y ventas de esmeraldas.......Honesto sostenía su maliciosa sonrisa mientras esperaba la respuesta de Fabriciano.  Él se limpia la boca con su mano, tras haber tragado aguardiente sin reparo y dice: ¿Entonces, ya no tengo que ser un guaquero más a tus órdenes? Honesto responde con espontaneidad y engañosa amabilidad: ¡Por supuesto que no, cómo se te ocurre que yo te voy a volver a pedir que regreses a una mina, cuando eres un hombre importante! Mírate nada más, lo elegante que te ves con esa ropa, ¡cómo la vas a ensuciar dentro de un oscuro túnel de una mina! No, señor, yo no sería tan infame de pedirte algo así.  Altanero y crédulo de su propia torpe capacidad, Fabriciano dice: ¡Ni tampoco yo lo iba a permitir, Honesto! Honesto con esa expresión facial que asemejaba a un payaso sonriente en extremo, responde:  -Eso lo sé, Fabriciano, tú eres un tipo muy listo y tienes todo mi respeto, por eso te pido que seamos socios.  Mi propuesta está a tu altura y te conviene aprovechar todas las ventajas que tienes como esposo de Nidia De la Vega. 


    Ya no tienes por qué entrar a una mina de esmeraldas, pero no significa que has dejado de tener contacto con esas piedras tan maravillosas, ahora tienes a tu alcance esmeraldas mucho más bellas que las que veías como un trabajador más.  Ante ti, tienes esmeraldas en valiosas joyas, las cuales tú puedes aprovechar.  Fabriciano no comprendiendo del todo las palabras de Honesto, dice:  -¿Qué me quieres decir con esa vaina, Honesto? Honesto, con delicadeza, le hace una tentadora propuesta al confundido ex minero: -Te hablo de la colección de joyas con esmeraldas de la difunta esposa de tu suegro Don Nicanor De la Vega.  Sólo tienes que entrar al cuarto donde están guardadas e ir poco a poco sacándolas de ahí, para que la vendamos y saquemos más dinero del que te puedas imaginar.......Fabriciano quedó paralizado ante la propuesta de Honesto, la cual enfatizó con el brillo de ambición en sus ojos y su sonrisa llena de astucia ante el confundido joven ex minero que no sabía qué decir ante el tentador reto.




Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No.14……


Melissa G. 

jueves, 11 de diciembre de 2014

#HistoriasCortasTCE No. 12. “Por las Calles de la Zona Esmeraldífera”.


#HistoriasCortasTCE No. 12.  “Por las Calles de la Zona Esmeraldífera”.


Zona esmeraldífera. 30 años atrás.

   Fabriciano había escuchado el pedido de los mineros ante lo que sucedía en La Próspera.    Él ya no era un trabajador más del yacimiento, era nada menos y nada más que el esposo de la hija del dueño de la concesión: Don Nicanor De la Vega.  Atrás habían quedado esos días tan difíciles para él.  Fabriciano aunque apenas estaba comenzando a disfrutar las comodidades de la clase alta, todavía tenía muy bien grabado en su memoria, su difícil infancia como un niño de la región, lo que incluía desde vivir en condiciones muy limitadas, hasta la carencia emocional por la ausencia de su padre:  Un gringo que un día pasó por la región, sólo para dejar a su madre embarazada y desaparecer.  El solo hecho de tener que retornar al interior de la mina representaba para Fabriciano, retroceder a ese pasado que lo había empujado al grado de caer en tentaciones de peligrosas consecuencias.  Era precisamente esa mezcla de emociones lo que producía que con frecuencia, Fabriciano recordara su pasado, a modo de prácticamente paralizarlo, sin escuchar lo que pasaba a su alrededor.  La situación era similar a cuando él se veía así mismo dentro de un túnel de una mina, sucio, sofocado, cansado, desesperado y comenzaba a sentir lo que los mineros llamaban: Ver todo verde, que no era otra cosa más que una especie de alucinación donde dentro de un oscuro pasaje de un yacimiento, se comenzaba a ver todo verde, por las ansias de hallar una esmeralda. 


      Nuevamente la confusión invadió a Fabriciano por varios segundos, al grado de distraerlo totalmente de lo que le decían a su alrededor; sólo la voz con ímpetu de Eulalio, dirigiéndose a él con informalidad, pudo sacarlo de sus pensamientos: ¡Fabriciano, que te estamos hablando! Fabriciano ante esas palabras reaccionó desorientado: -¿Qué pasó?  Eulalio se disculpa de inmediato y dice: -Disculpe, Don Fabriciano, pero es que usted no hacía caso, estaba como en otro lado mientras le explicábamos, pero ya apareció quien se meta en la mina.  ¡Quién mejor que el Benito, para enfrentarse a ese túnel de La Própsera!  Fabriciano sólo asienta con la cabeza, mientras dice:  -Sí, sí, está bien.......que vaya Benito, yo me tengo que ir.  Como atormentado por los recuerdos, Fabriciano se aleja de las inmediaciones de la mina y regresa a la cómoda camioneta de la hacienda La Casona.  Rápidamente ingresa a la misma y le dice al chofer:  -¡Llévame al pueblo y rápido, rápido, sácame de aquí! El chofer acata la orden inmediatamente y la camioneta abandona las montañas de esmeraldas para ingresar al pueblo de la región.


     La camioneta comenzaba a recorrer las calles de la comunidad de la zona esmeraldífera.  Todo giraba entorno a un ambiente muy rural, pero que a la vez tenía una calidez que lo hacía especial:  Calles algo estrechas, con edificios de uno a tres pisos, con balcones o ventanas, en su gran mayoría con alguna condición de desgaste, pero cuyo colorido y sencillez hacían del sitio algo agradable.  Era un gran contraste saber que las piedras preciosas más especiales del mundo: las esmeraldas, se formaban en montañas que enmarcaban el paisaje de una localidad que económicamente distaba de los lujos, pero que era grande en trabajo duro y esfuerzo diario.  Aunque Fabriciano había llegado a pasar de los túneles, a las distinciones por ser ahora un hombre importante, todavía encontraba caminar por el pueblo algo más atractivo, que ir a un aburrido club donde su esposa Nidia frecuentaba asistir.  

    Sin dudarlo, Fabriciano le da la orden a su chofer de detenerse, para volver a caminar como uno más por esas calles. –Déjame aquí, quiero caminar por el pueblo.  El chofer de una vez estaciona el auto y Fabriciano retorna a la libertad.  Aunque con lujosos zapatos, Fabriciano vuelve a ser por unos instantes un hombre cualquiera del pueblo, pero sin dejar de ser atractivo, con aquellos cabellos rubios y ojos celestes que denotaban la mezcla de su origen.  A pesar que es saludado a su paso con respeto y reverencia por ser un “De la Vega” más, Fabriciano responde con informalidad y atractiva camaradería:  -¡Y cómo le ha ido a usted, gusto de verlo, pásese por la hacienda un día para tomarnos un buen trago!


     Lo que más disfrutaba Fabriciano de su paseo por las calles, era no sólo desprenderse del rigor del protocolo de la clase alta, sino también disfrutar de la atención de las mujeres locales, que lo veían ahora más tentador, porque le había sumado a su atractivo, dinero y poder.  Olvidando su condición de casado con Nidia De la Vega, Fabriciano le daba rienda suelta a la complacencia de la vista, observando a detalle cada coqueta mujer que de inmediato no sólo le saludaba, sino que también le sonreía y le manifestaba su interés por él. -¡Hola, cómo te va.......!  A lo que una directa dama le dice: No también como tú, ¿cuándo salimos de nuevo? Fabriciano ante la propuesta, se recuesta a la pared de una casa y con aires de conquistador, responde:  -Tú sólo dime, que me voy contigo.  La directa dama a su vez, dice: -Pues, cuando quieras, si es que tu mujer te deja.  Fabriciano ante ese reto, dice con toda la confianza: -¡Yo voy a donde quiera, no tengo que pedirle permiso a nadie, menos a Nidia! La dama con la propuesta tentadora, dice sonriendo:  -Qué bueno, porque por ahí anda tu mujer; es más, date la vuelta y mírala en ese lujoso auto, parece que está buscando a algo o alguien en el pueblo.....Fabriciano se da la vuelta y divisa exactamente lo que le habían comunicado.  Ahí estaba su esposa Nidia: Una joven mujer de clase alta, con expresión dura y mirada fija hacia todas parte, en busca de su marido.


   Atrás quedaron las firmes palabras de Fabriciano.  Al ver a su esposa Nidia tras sus pasos, supo que su momentánea libertad podía quedar acortada, por lo que decide rápidamente correr, sin ni siquiera despedirse de la dama con la que estaba dispuesto a irse segundos antes.  Fabriciano corría como un delincuente con temor a ser encontrado y tantas puertas a su alrededor le hacían más confusa la decisión que necesitaba tomar.  -¡A dónde me escondo!, se dijo así mismo.  De pronto, un brazo lo toma por detrás y lo ingresa a un lugar, mientras le dice: -Te estaba buscando, entra para que hablemos......

Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No.13.....

Melissa G.

jueves, 4 de diciembre de 2014

#HistoriasCortasTCE No. 11: ¡A LA MINA LA PRÓSPERA!



#HistoriasCortasTCE No. 11:  ¡A LA MINA LA PRÓSPERA!

Viene de la anterior #HistoriasCortasTCE No. 10: “La Cava de Don Nicanor”.

Zona esmeraldífera.  Treinta años atrás.....

    Don Nicanor en el interior de la cava vuelve a preguntar con su feroz tono de voz:  ¡QUIÉN ES!  A su acción colérica, le añadió el abrir de la puerta de la habitación con ímpetu.  Sólo el rostro jovial y sereno de Doña Pedra pudo aplacar la rojez y el enojo de Don Nicanor.  Ella era la ama de llaves de la hacienda LaCasona y con la misma capacidad con la que administraba aquella enorme propiedad en la zona de esmeraldas de Colombia, así podía dialogar con su patrón, con sabias y precisas palabras.  Doña Pedra dice ante la interrogante de Don Nicanor: -Perdón que lo interrumpa, Don Nicanor, pero se ha presentado un problema en la mina y se necesita su presencia.  Al escuchar eso, Nicanor dice, mientras cierra la puerta de la cava con llave: -Así que hay problemas en La Próspera, ¡mi mina! Y yo que acabo de ver al bueno para nada de Fabriciano jugando con César: ¡mi nieto!  Dile a Fabriciano, Pedra, que si quiere estar en mi familia, ¡en la familia De la Vega!, se largue a la mina, a ver qué es lo que pasa, ¡para eso mi hija Nidia lo mantiene!
   La prudente Doña Pedra, al escuchar las órdenes de su patrón, decide responder con una idea muy acertada: -Está bien, Don Nicanor, le indicaré a Fabriciano que debe ir él personalmente a la mina, a encargarse del problema que se ha presentado.  Para que usted se quede tranquilo, le recuerdo que Fabriciano creció prácticamente dentro de una mina, como le pasan a muchos niños por aquí, así que él tiene el conocimiento para administrar La Próspera....pero como estamos hablando de su mina, el yacimiento de esmeraldas más rico de la región, por algo se llama La Próspera, espero que si el problema no se resuelve a primera instancia, usted no caiga en la tentación de sacrificar su mina, por probar a su yerno.....Bueno, eso de que es su mina, es un decir, en verdad es del Estado, usted sólo la tiene en concesión. 
   Nicanor había escuchado las palabras de Doña Pedra con atención y había entendido el agudo mensaje, tras una sutil recomendación de parte de su ama de llaves, así que decide responder con una pregunta: -¿Qué estás tratando de decirme, Pedra? Pedra, con una sonrisa dibujada en sus labios, sólo se remite a contestar: -No he tratado de decirle nada, Don Nicanor, porque sé que usted hará lo que más le conviene, usted es un hombre inteligente.......La respuesta de la ama de llaves encerró a su jefe en un propio reto para su buen juicio, por lo que él decidió cerrar la conversación de la siguiente manera: -Está bien, Pedra, dile a Fabriciano que vaya a la mina, a “La Próspera” y que si él no puede con el problema, iré yo entonces.....Pedra asienta con la cabeza y dice: -Así lo haré, Don Nicanor. Pedra sale al jardín de la hacienda y allí se encuentra con su hija Simona, una muchacha empezando sus veinte, muy parecida a ella cuando era joven y la llama a voces: -¡Simona, hija, busca al señor Fabriciano y dile que debe ir a la mina de inmediato! Simona sólo asienta con su cabeza y sale corriendo en busca del yerno de Don Nicanor.


    El portón principal de la hacienda La Casona se abre para dar paso a una camioneta manejada por un chofer, que llevaba a Fabriciano al yacimiento de esmeraldas “La Próspera”.  Él ya no era un minero más de esa mina, era el encargado de la administración, por órdenes de su suegro Nicanor ante el pedido de la hija de éste: Nidia De la Vega.  Los profundos ojos color celeste de Fabriciano observaban el paisaje camino al yacimiento de esmeraldas.  La naturaleza se mezclaba con las formaciones pedregosas y de montaña de la región, las que parecían contar el peligro y a la vez el estilo de vida de los mineros.  “La Própsera” era otro territorio, no era una delicada hacienda, era una tierra donde los trabajadores tenían su propio lenguaje, donde cada uno de ellos tenían sus rostros sucios por el trabajo dentro de los túneles, ahí no habían privilegios, sólo supervivencia.



    Fabriciano, muy bien vestido, pero apropiado para el terreno, se baja de la camioneta y con mucha confianza entre los presentes, dice: -¡Qué pasó, muchachos, cuál es el problema en la mina! Un minero se acerca a Fabriciano y se dirige a él como en los viejos tiempos, cuando él era uno más de ellos: -¡No, Fabriciano, tú mismo tienes que entrar en la clavada a ver........! El minero es interrumpido por otro de más edad, que lo regaña:  -¡Oye, tú, más cuidado al hablarle al patrón Don Fabriciano Rosales, que él no es igual a nosotros!.  Fabriciano sólo dice a toda voz: -¡Déjate de vainas, que Eulalio y yo somos todavía amigos, si crecimos juntos, carajo! A ver, díganme de una vez qué es lo que pasa, para que el necio de Nicanor no se queje de que no sirvo, ¡como si no supiera qué es jugarse la vida dentro de una mina!  El minero de más edad que había corregido a Eulalio, dice: -Qué bueno que todavía se siente como uno de nosotros, Don Fabriciano, porque necesitamos de alguien joven como usted, conocedor de las clavadas de La Próspera y que se atreva a ir donde ningún otro minero se atreve a bajar en el túnel.  ¡En palabras más claras, necesitamos que usted mismo entre de nuevo en la mina!
    Los ojos celestes de Fabriciano expresaron su asombro ante la petición.





Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No.12.......


Melissa G.