#HistoriasCortasTCE No. 13. “Los
Viejos Tiempos de la Guaquería”.
Zona esmeraldífera. 30 años atrás.
Fabriciano no había terminado de
salir de su asombro y temor ante la presencia de su esposa Nidia buscándolo por
las calles del pueblo, cuando una insistente voz lo llamó y de una sola
vez lo termina de introducir a la
cantina de la localidad. Un hombre con
sonrisa maliciosa y perspicacia en su mirada le habla con toda la confianza a
Fabriciano: -Fabriciano, te estaba buscando, tengo un negocio para ti. Evidentemente, aquel hombre no se sentía
intimidado por la nueva posición social y económica que ocupaba Fabriciano como el yerno de Don Nicanor De la Vega. Fabriciano sin perder su acostumbrada manera
de hablar despreocupada, le recuerda el nuevo nivel donde él se encontraba:
-Déjame decirte una vaina, ya no es lo mismo que antes, Honesto, ya no necesito
de ti para sacar dinero; ya no soy un minero, ni tú mi contacto para el
contrabando. No necesito ser un
guaquero, si soy el esposo de Nidia De la Vega, tú lo sabes. Honesto, una
ironía su nombre ante las fechorías que acostumbraba a cometer, le dice a
Fabriciano con una envolvente actitud de falsa camaradería: -Fabriciano, estos
asuntos no se tratan así, sin por lo menos, un par de aguardienticos de por
medio. Pienso invitarte a pasar a mi
mesa, para que puedas escuchar mi propuesta, propuesta que por demás está a tu
nivel: El nivel del hombre más importante de la región y eso todo el mundo lo sabe. Además, mi buen amigo, por ahí vi a la señora
Nidia buscándote y todos sabemos para qué lo busca la mujer a uno: Sólo para molestar, ¡ja, ja, ja!
Fabriciano sintiéndose
identificado con esas palabras, dice: -Eso es verdad, Honesto, las mujeres sólo
saben fregarle la vida a uno, ¡sólo por eso voy a sentarme a tomar un trago
contigo! Honesto observa a Fabriciano con su perspicaz mirada mientras lo
conduce con cortesía a una mesa al fondo de la cantina. Él era no sólo un
hombre mucho mayor que el joven ambicioso de Fabriciano, también era un hombre
más preparado que aquel joven minero que ahora pertenecía a la importante
familia De la Vega. Honesto era un
abogado titulado que había encontrado en la región de esmeraldas la cuna
perfecta para dar rienda suelta a su mente calculadora y desprovista de todo
apego a la verdad.
Fabriciano toma asiento en la mesa de Honesto, mientras éste le dice:
-Toma asiento, mi buen amigo y bebe el mejor aguardiente que la cantina de este
pueblo tiene, lo pedí especialmente para ti.
De un solo sorbo, Fabriciano bebe el primero de muchos tragos de
aguardiente. Cada palabra de Honesto, la
envolvía con precisión con un nuevo vaso de alcohol servido para tentar al
joven ex minero. Honesto dice: -Bien has
dicho al recordarme que ya no eres aquel joven minero que un día
conocí en las
inmediaciones de la mina La Próspera y que le propuse algo más que ser un
simple guaquero que buscara esmeraldas en la tierra que los mineros ya habían
explorado. En aquella ocasión, te hice ver
las posibilidades que tenías al estar en pleno corazón del yacimiento más rico
de la región de esmeraldas, te expliqué cómo el tomar esmeraldas legalmente
extraídas por tus compañeros y dármelas a mí para que las vendiera por mi
cuenta, era mejor que trabajar para Nicanor De la Vega. ¿Te acuerdas? Fabriciano tragando otro gran
sorbo de aguardiente, dice: -Claro que me acuerdo, si el asunto era muy
sencillo: Yo me robaba cualquier esmeralda que viera por ahí y que iba a ser
para la producción de Don Nicanor y te la daba a ti para que la vendieras por
las inmediaciones o hasta en Bogotá. ¡Yo
era el que corría el riesgo más grande, pero tú te llevabas un dineral,
Honesto!
Honesto con una calmada sonrisa,
sirviendo otro vaso de aguardiente, le dice a Fabriciano: -Amigo, no digas eso, ya te había explicado
que tampoco es fácil vender clandestinamente esmeraldas, porque después que me
entregabas la piedra, el riesgo lo corría yo tratando de venderla, pero como
bien habías señalado, ya no eres un minero, eres el yerno del dueño de la mina,
eres el futuro dueño de La Próspera, pero no por eso, el negocio se tiene que
terminar, amigo.....lo que necesitas ahora es ser socio capitalista de esta
pequeña organización empresarial de extracción y ventas de esmeraldas.......Honesto
sostenía su maliciosa sonrisa mientras esperaba la respuesta de
Fabriciano. Él se limpia la boca con su
mano, tras haber tragado aguardiente sin reparo y dice: ¿Entonces, ya no tengo
que ser un guaquero más a tus órdenes? Honesto responde con espontaneidad y
engañosa amabilidad: ¡Por supuesto que no, cómo se te ocurre que yo te voy a
volver a pedir que regreses a una mina, cuando eres un hombre importante!
Mírate nada más, lo elegante que te ves con esa ropa, ¡cómo la vas a ensuciar
dentro de un oscuro túnel de una mina! No, señor, yo no sería tan infame de
pedirte algo así. Altanero y crédulo de
su propia torpe capacidad, Fabriciano dice: ¡Ni tampoco yo lo iba a permitir,
Honesto! Honesto con esa expresión facial que asemejaba a un payaso sonriente
en extremo, responde: -Eso lo sé,
Fabriciano, tú eres un tipo muy listo y tienes todo mi respeto, por eso te pido
que seamos socios. Mi propuesta está a
tu altura y te conviene aprovechar todas las ventajas que tienes como esposo de
Nidia De la Vega.
Ya no tienes por qué entrar a una
mina de esmeraldas, pero no significa que has dejado de tener contacto con esas
piedras tan maravillosas, ahora tienes a tu alcance esmeraldas mucho más bellas
que las que veías como un trabajador más.
Ante ti, tienes esmeraldas en valiosas joyas, las cuales tú puedes
aprovechar. Fabriciano no comprendiendo
del todo las palabras de Honesto, dice:
-¿Qué me quieres decir con esa vaina, Honesto? Honesto, con delicadeza,
le hace una tentadora propuesta al confundido ex minero: -Te hablo de la
colección de joyas con esmeraldas de la difunta esposa de tu suegro Don Nicanor
De la Vega. Sólo tienes que entrar al
cuarto donde están guardadas e ir poco a poco sacándolas de ahí, para que la
vendamos y saquemos más dinero del que te puedas imaginar.......Fabriciano
quedó paralizado ante la propuesta de Honesto, la cual enfatizó con el brillo
de ambición en sus ojos y su sonrisa llena de astucia ante el confundido joven
ex minero que no sabía qué decir ante el tentador reto.
Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No.14……
Melissa G.
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