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Una foto y un escándalo que evitar; lo demás no es tan simple a la vista.

jueves, 4 de diciembre de 2014

#HistoriasCortasTCE No. 11: ¡A LA MINA LA PRÓSPERA!



#HistoriasCortasTCE No. 11:  ¡A LA MINA LA PRÓSPERA!

Viene de la anterior #HistoriasCortasTCE No. 10: “La Cava de Don Nicanor”.

Zona esmeraldífera.  Treinta años atrás.....

    Don Nicanor en el interior de la cava vuelve a preguntar con su feroz tono de voz:  ¡QUIÉN ES!  A su acción colérica, le añadió el abrir de la puerta de la habitación con ímpetu.  Sólo el rostro jovial y sereno de Doña Pedra pudo aplacar la rojez y el enojo de Don Nicanor.  Ella era la ama de llaves de la hacienda LaCasona y con la misma capacidad con la que administraba aquella enorme propiedad en la zona de esmeraldas de Colombia, así podía dialogar con su patrón, con sabias y precisas palabras.  Doña Pedra dice ante la interrogante de Don Nicanor: -Perdón que lo interrumpa, Don Nicanor, pero se ha presentado un problema en la mina y se necesita su presencia.  Al escuchar eso, Nicanor dice, mientras cierra la puerta de la cava con llave: -Así que hay problemas en La Próspera, ¡mi mina! Y yo que acabo de ver al bueno para nada de Fabriciano jugando con César: ¡mi nieto!  Dile a Fabriciano, Pedra, que si quiere estar en mi familia, ¡en la familia De la Vega!, se largue a la mina, a ver qué es lo que pasa, ¡para eso mi hija Nidia lo mantiene!
   La prudente Doña Pedra, al escuchar las órdenes de su patrón, decide responder con una idea muy acertada: -Está bien, Don Nicanor, le indicaré a Fabriciano que debe ir él personalmente a la mina, a encargarse del problema que se ha presentado.  Para que usted se quede tranquilo, le recuerdo que Fabriciano creció prácticamente dentro de una mina, como le pasan a muchos niños por aquí, así que él tiene el conocimiento para administrar La Próspera....pero como estamos hablando de su mina, el yacimiento de esmeraldas más rico de la región, por algo se llama La Próspera, espero que si el problema no se resuelve a primera instancia, usted no caiga en la tentación de sacrificar su mina, por probar a su yerno.....Bueno, eso de que es su mina, es un decir, en verdad es del Estado, usted sólo la tiene en concesión. 
   Nicanor había escuchado las palabras de Doña Pedra con atención y había entendido el agudo mensaje, tras una sutil recomendación de parte de su ama de llaves, así que decide responder con una pregunta: -¿Qué estás tratando de decirme, Pedra? Pedra, con una sonrisa dibujada en sus labios, sólo se remite a contestar: -No he tratado de decirle nada, Don Nicanor, porque sé que usted hará lo que más le conviene, usted es un hombre inteligente.......La respuesta de la ama de llaves encerró a su jefe en un propio reto para su buen juicio, por lo que él decidió cerrar la conversación de la siguiente manera: -Está bien, Pedra, dile a Fabriciano que vaya a la mina, a “La Próspera” y que si él no puede con el problema, iré yo entonces.....Pedra asienta con la cabeza y dice: -Así lo haré, Don Nicanor. Pedra sale al jardín de la hacienda y allí se encuentra con su hija Simona, una muchacha empezando sus veinte, muy parecida a ella cuando era joven y la llama a voces: -¡Simona, hija, busca al señor Fabriciano y dile que debe ir a la mina de inmediato! Simona sólo asienta con su cabeza y sale corriendo en busca del yerno de Don Nicanor.


    El portón principal de la hacienda La Casona se abre para dar paso a una camioneta manejada por un chofer, que llevaba a Fabriciano al yacimiento de esmeraldas “La Próspera”.  Él ya no era un minero más de esa mina, era el encargado de la administración, por órdenes de su suegro Nicanor ante el pedido de la hija de éste: Nidia De la Vega.  Los profundos ojos color celeste de Fabriciano observaban el paisaje camino al yacimiento de esmeraldas.  La naturaleza se mezclaba con las formaciones pedregosas y de montaña de la región, las que parecían contar el peligro y a la vez el estilo de vida de los mineros.  “La Própsera” era otro territorio, no era una delicada hacienda, era una tierra donde los trabajadores tenían su propio lenguaje, donde cada uno de ellos tenían sus rostros sucios por el trabajo dentro de los túneles, ahí no habían privilegios, sólo supervivencia.



    Fabriciano, muy bien vestido, pero apropiado para el terreno, se baja de la camioneta y con mucha confianza entre los presentes, dice: -¡Qué pasó, muchachos, cuál es el problema en la mina! Un minero se acerca a Fabriciano y se dirige a él como en los viejos tiempos, cuando él era uno más de ellos: -¡No, Fabriciano, tú mismo tienes que entrar en la clavada a ver........! El minero es interrumpido por otro de más edad, que lo regaña:  -¡Oye, tú, más cuidado al hablarle al patrón Don Fabriciano Rosales, que él no es igual a nosotros!.  Fabriciano sólo dice a toda voz: -¡Déjate de vainas, que Eulalio y yo somos todavía amigos, si crecimos juntos, carajo! A ver, díganme de una vez qué es lo que pasa, para que el necio de Nicanor no se queje de que no sirvo, ¡como si no supiera qué es jugarse la vida dentro de una mina!  El minero de más edad que había corregido a Eulalio, dice: -Qué bueno que todavía se siente como uno de nosotros, Don Fabriciano, porque necesitamos de alguien joven como usted, conocedor de las clavadas de La Próspera y que se atreva a ir donde ningún otro minero se atreve a bajar en el túnel.  ¡En palabras más claras, necesitamos que usted mismo entre de nuevo en la mina!
    Los ojos celestes de Fabriciano expresaron su asombro ante la petición.





Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No.12.......


Melissa G.

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