#HistoriasCortasTCE
No. 11: ¡A LA MINA LA PRÓSPERA!
Viene de la
anterior #HistoriasCortasTCE No. 10: “La Cava de Don Nicanor”.
Zona
esmeraldífera. Treinta años atrás.....
Don Nicanor en el interior de la
cava vuelve a preguntar con su feroz tono de voz: ¡QUIÉN ES!
A su acción colérica, le añadió el abrir de la puerta de la habitación
con ímpetu. Sólo el rostro jovial y
sereno de Doña Pedra pudo aplacar la rojez y el enojo de Don Nicanor. Ella era la ama de llaves de la hacienda LaCasona y con la misma capacidad con la que administraba aquella enorme
propiedad en la zona de esmeraldas de Colombia, así podía dialogar con su patrón,
con sabias y precisas palabras. Doña
Pedra dice ante la interrogante de Don Nicanor: -Perdón que lo interrumpa, Don
Nicanor, pero se ha presentado un problema en la mina y se necesita su
presencia. Al escuchar eso, Nicanor
dice, mientras cierra la puerta de la cava con llave: -Así que hay problemas en
La Próspera, ¡mi mina! Y yo que acabo de ver al bueno para nada de Fabriciano
jugando con César: ¡mi nieto! Dile a
Fabriciano, Pedra, que si quiere estar en mi familia, ¡en la familia De la
Vega!, se largue a la mina, a ver qué es lo que pasa, ¡para eso mi hija Nidia
lo mantiene!
La prudente Doña Pedra, al
escuchar las órdenes de su patrón, decide responder con una idea muy acertada:
-Está bien, Don Nicanor, le indicaré a Fabriciano que debe ir él personalmente
a la mina, a encargarse del problema que se ha presentado. Para que usted se quede tranquilo, le
recuerdo que Fabriciano creció prácticamente dentro de una mina, como le pasan
a muchos niños por aquí, así que él tiene el conocimiento para administrar La
Próspera....pero como estamos hablando de su mina, el yacimiento de esmeraldas
más rico de la región, por algo se llama La Próspera, espero que si el problema
no se resuelve a primera instancia, usted no caiga en la tentación de
sacrificar su mina, por probar a su yerno.....Bueno, eso de que es su mina, es
un decir, en verdad es del Estado, usted sólo la tiene en concesión.
Nicanor había escuchado las
palabras de Doña Pedra con atención y había entendido el agudo mensaje, tras
una sutil recomendación de parte de su ama de llaves, así que decide responder
con una pregunta: -¿Qué estás tratando de decirme, Pedra? Pedra, con una
sonrisa dibujada en sus labios, sólo se remite a contestar: -No he tratado de
decirle nada, Don Nicanor, porque sé que usted hará lo que más le conviene, usted
es un hombre inteligente.......La respuesta de la ama de llaves encerró a su
jefe en un propio reto para su buen juicio, por lo que él decidió cerrar la
conversación de la siguiente manera: -Está bien, Pedra, dile a Fabriciano que
vaya a la mina, a “La Próspera” y que si él no puede con el problema, iré yo
entonces.....Pedra asienta con la cabeza y dice: -Así lo haré, Don Nicanor.
Pedra sale al jardín de la hacienda y allí se encuentra con su hija Simona, una
muchacha empezando sus veinte, muy parecida a ella cuando era joven y la llama
a voces: -¡Simona, hija, busca al señor Fabriciano y dile que debe ir a la mina
de inmediato! Simona sólo asienta con su cabeza y sale corriendo en busca del
yerno de Don Nicanor.
El portón principal de la
hacienda La Casona se abre para dar paso a una camioneta manejada por un
chofer, que llevaba a Fabriciano al yacimiento de esmeraldas “La
Próspera”. Él ya no era un minero más de
esa mina, era el encargado de la administración, por órdenes de su suegro
Nicanor ante el pedido de la hija de éste: Nidia De la Vega. Los profundos ojos color celeste de
Fabriciano observaban el paisaje camino al yacimiento de esmeraldas. La naturaleza se mezclaba con las formaciones
pedregosas y de montaña de la región, las que parecían contar el peligro y a la
vez el estilo de vida de los mineros.
“La Própsera” era otro territorio, no era una delicada hacienda, era una
tierra donde los trabajadores tenían su propio lenguaje, donde cada uno de
ellos tenían sus rostros sucios por el trabajo dentro de los túneles, ahí no
habían privilegios, sólo supervivencia.
Fabriciano, muy bien vestido,
pero apropiado para el terreno, se baja de la camioneta y con mucha confianza
entre los presentes, dice: -¡Qué pasó, muchachos, cuál es el problema en la
mina! Un minero se acerca a Fabriciano y se dirige a él como en los viejos
tiempos, cuando él era uno más de ellos: -¡No, Fabriciano, tú mismo tienes que
entrar en la clavada a ver........! El minero es interrumpido por otro de más
edad, que lo regaña: -¡Oye, tú, más
cuidado al hablarle al patrón Don Fabriciano Rosales, que él no es igual a
nosotros!. Fabriciano sólo dice a toda
voz: -¡Déjate de vainas, que Eulalio y yo somos todavía amigos, si crecimos
juntos, carajo! A ver, díganme de una vez qué es lo que pasa, para que el necio
de Nicanor no se queje de que no sirvo, ¡como si no supiera qué es jugarse la
vida dentro de una mina! El minero de
más edad que había corregido a Eulalio, dice: -Qué bueno que todavía se siente
como uno de nosotros, Don Fabriciano, porque necesitamos de alguien joven como
usted, conocedor de las clavadas de La Próspera y que se atreva a ir donde
ningún otro minero se atreve a bajar en el túnel. ¡En palabras más claras, necesitamos que usted
mismo entre de nuevo en la mina!
Los ojos celestes de Fabriciano expresaron su asombro ante la petición.
Continúa en la próxima #HistoriasCortasTCE No.12.......
Melissa G.
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