#HistoriasCortasTCE No. 45: “En
Acción -Parte 4”.
Viene de: #HistoriasCortasTCE No.45: “En Acción -Parte 3”.
Ciudad
Capital. Cafetería de la Ciudad.
Laura entra a
una cafetería, la misma en la que desde hace dos años, Daniel y ella han
almorzado. Al verla, a Daniel se les iluminan sus ojos y se pone de pie para
recibirla en la mesa que había apartado.
Una rosa roja descansa sobre ella.
-Daniel: Mi amor, cómo estás, gracias por
venir a hablar conmigo, aquí en la cafetería donde hemos almorzado juntos en
estos últimos dos años. Me quedé tan
preocupado por ti anoche, quiero que me perdones, yo no fui....
-Laura: Daniel, tenemos que hablar.
Daniel toma la
rosa roja y se la da a su amada.
-Daniel:
Lo sé, Laura, pero antes, mi vida, de confesar mi falta, recibe esta
rosa, que se parece mucho al amor que te tengo; sé que a veces es tan pobre y
frágil como una sola flor, cuando una mujer como tú se merece un jardín
inmenso. Pero pese a que sólo puedo
darte una flor, quiero que sepas que es la mejor que está a mi alcance, es
escogida sólo para ti. Esta rosa desea
acompañarte a donde quieras que vayas hasta que ella deje de existir. Ojalá que tú me permitas hacer eso mismo a
mí.
-Laura: Ay, Daniel, eres tan ingenioso,
tienes unos ojos para ver el mundo siempre de una manera tan especial. Por eso es que estoy tan confundida, yo no
creo que merezca tanto...
-Daniel: Tanto egoísmo de mi parte, ¿cierto? Lo sé, Laura, fui un egoísta. Que yo pueda tolerar una situación, no
significa que tú lo tengas que hacer; mucho más
sabiendo perfectamente toda la historia que me has relatado. Fui un maldito cobarde, un pusilánime que
para no hacerle el feo a tu papá y a los míos; te expuse a semejante
sufrimiento. ¡Gracias a Dios que llegó
por causalidad César!
-Laura.
No, Daniel, él...
-Daniel: Él lo que hizo fue hacer
exactamente lo que yo debí hacer:
Sacarte de esa situación, no permitir que estuvieras ahí, soportando
tanto, aguantándote las lágrimas, reviviendo el pasado. Le doy gracias a Dios que alguien tuvo la
sensatez de recatarte, que fuera un buen amigo y saliera a darte la mano. A propósito,
¿qué hicieron, a dónde fueron?
Laura nerviosa, contesta:
-Laura: ¿A dónde fuimos?........., pues por
ahí, a conversar.
-Daniel: ¿Y de qué hablaron?
-Laura: De todo un poco, nada sin
importancia. La idea era despejarme la
mente.
-Daniel: ¿Y te llegaste a tranquilizar?
-Laura: Sí, sí...me tranquilicé.
-Daniel: Te lo pregunto porque me pasé toda
la noche imaginándome que te pusiste a relatarle la historia de tu mamá a
César. Yo sé que cuando comienzas a
contarla, te alteras muchísimo. Menos mal que hablaron de cualquier cosa, resultó
buen psicólogo entonces César. Debo
llamarlo para agradecérselo, vas a tener que darme su número.
-Laura: ¿Su número?, ¡no... para qué, no te
pongas en eso!
-Daniel: Claro que debo llamar a César. Qué hubiera pasado si en lugar de irte con
él, te hubieras ido sola. ¡Como tú
estabas, pudo haberte pasado algo! Tengo
que agradecerle su amabilidad y todo el tiempo que te acompañó.
-Laura.
No, Daniel, olvídate de eso.
Mejor déjame hablar a mí, tengo algo que decirte.
***
Zona
Esmeraldífera. Mina La Próspera.
Los trabajos en la
mina LA PRÓSPERA estaban en todo su apogeo.
El mayor de los Rosales conversa con un ingeniero encargado, mientras es
divisado desde un punto más alto por su hermano Ernesto.
Don Fabriciano
localiza a César con la mirada y lo
llama para que venga a su encuentro.
-Fabriciano: ¡César, m’hijo, ven acá un
momento, necesito hablar contigo!
César se dirige
al ingeniero encargado en la mina y le dice:
-César: Carlos, sigue pendiente del
trabajo. Ahora mismo regreso.
-Carlos: Cómo no, ingeniero.
César llega hasta
el lugar donde se encuentra su padre.
-César: Qué sucede, papá......
-Fabriciano: M’hijo, tenemos que hablar de
algo muy importante. Yo pensaba que
contaba con tu apoyo, pero parece ser que no es así del todo.
-César: Si lo dices por lo de esta mañana,
no veo cómo puede ese incidente hacerte creer que no te apoyo.
-Fabriciano: Fácil, cómo se te ocurre
ponerte a desautorizarme enfrente de Vicky.
Carajo, si la hacienda es mi casa y si ni siquiera puedo ordenar que se
abra una puerta, entonces soy peor que un criado más de LA CASONA.
-César: Primero, yo no te desautoricé
delante de nadie. Yo recordé una norma
de la casa, que por lo menos, guardo con mucho respeto. Mis abuelos....
-Fabriciano: ¡Tus abuelos nada, César! Doña
Matilde se murió años antes que nacieras y en cuanto a Don Nicanor, él era un
antojadizo que no quería enseñarle a nadie
todas las vainas que le había comprado a su difunta Matilde. ¡Qué daño hay que mi mujer quiera ver ese poco
de chécheres viejos, tú no tenías que ponerte en esos planes!
-César: Sabes, aquí el problema es que te
has sentido conmigo porque supuestamente no te apoyé; pero te voy a demostrar
lo contrario. ¿Ves el lugar donde
estás?, hace ya casi 50 años mi abuelo invirtió el primer centavo en estas
tierras y hoy, tú eres el dueño del negocio que maneja la mina, de su hacienda
y encima; puedes traer a la casa donde
se crió mi madre, la hija del primer dueño de todo esto, a tu amante...
y yo no te pongo objeción. ¡No veo cuál
es la queja, papá!
-Fabriciano: Ahora resulta que yo no puedo
traer a mi mujer a mi casa. ¿Acaso 40
años de trabajo no me dan el derecho de hacerlo, qué tiene de malo que siga
viviendo? Lo que sucede es que los
jóvenes piensan que porque uno tiene la edad que tiene, ya se le acaban las
ganas a uno de vivir. Pero déjame
decirte una cosa, lo que sucedió es que pasaron los años y no envejecí, la
vaina es que ustedes crecieron. Ya te
acordarás de mí cuando tengas mi edad y ojalá que nadie te venga a hacer
semejante escena como la que tú me hiciste.
-César: Déjame decirte lo último que voy a
comentar en torno a esto. Tú para mí,
mejor dicho, para todos, eres el dueño de LA CASONA Y DE LA PRÓSPERA. Puedes pasearte por todo el pueblo y la hacienda,
no sólo con Vicky, sino con cualquiera mujer que te guste...no soy un niño, yo
sé que el matrimonio entre tú y mi mamá le quedan días de vida; es más, ya
murió. Pero mientras yo viva, las
órdenes de mi abuelo se cumplen, papá.
Yo no conocí a Doña Matilde en vida, pero sí a través de él. Todos estamos aquí gracias a su visión, así
que por lo menos, en honor a él, en honor a Don Nicanor De la Vega, ese cuarto
no se abre.
-Fabriciano: ¿Aunque yo te lo pida?
-César: Aunque tú me lo pidas....
Melissa G.
Continúa en la siguiente
#HistoriasCortasTCE No.45-Parte 5......
Más información sobre esta novela, dónde adquirirla como Libro Electrónico (Ebook) e Impreso y otros datos en mi página web.
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Esta #HistoriaCortaTCE incluye
un extracto de la novela completa para seguirles presentando el mundo de la
historia: "Tentación, Color Esmeralda". En los anteriores relatos encontrarás también
momentos de esta novela, a modo de una Introducción.
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