El inicio de la Historia: Búsqueda.

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Una foto y un escándalo que evitar; lo demás no es tan simple a la vista.

miércoles, 20 de mayo de 2015

#HistoriasCortasTCE No. 24: “Perseguidos-Parte 2”.


#HistoriasCortasTCE No. 24: “Perseguidos-Parte 2”.

   Viene de #HistoriasCortas No. 24: “Perseguidos-Parte 1”.

Zona Esmeraldífera.  Hacienda La Casona.

      Cada uno de los Rosales De la Vega era más ambicioso que el otro y en especial el segundo hijo de los cuatro del ilustre matrimonio, el hermano de César y uno de sus principales rivales: Ernesto. Reunidos todos en la Hacienda de los Rosales De la Vega, “La Casona”, conversaban el padre y sus dos hijos mayores:

-Ernesto: Papá, yo no estoy de acuerdo con las negociaciones que está llevando César con la nueva línea exclusiva de joyería que le presentamos al consorcio europeo.  Prácticamente pareciera que estuviéramos vendiendo baratijas en lugar de piezas de alta confección y selección de esmeraldas.

-César: ¡Ya se estaba haciendo como tarde para que llegaran tus acostumbradas lamentaciones, hermanito!  Para tu información, el precio es mucho más alto que las proyecciones optimistas; porque precisamente hice valer la excelencia del trabajo de la línea, en las mesas de negociaciones.  Lo que sucede es que gente como tú, Ernesto, sólo critica, no piensa.

-Ernesto: Llámalo como quieres, pero creo que cada vez más, te vuelves malísimo como negociador.  Y ni hablemos de tu papel como administrador, el ritmo de extracción y producción en la mina está siendo paupérrimo; no sé si es que tenemos puros mineros reumáticos trabajando ahí, o eres tú quien no sabe exigir y planificar.

-César:  Pues te invito a que tu próximo informe, no sea también estéril de ideas como todo lo que presentas y te dignes a proponer en lugar de seguir cada paso que doy, ¡como siempre lo haces!

-Fabriciano: Bueno pues, cómo que ya fue suficiente de tanto fuego cruzado.  O estamos juntos o nos hundimos.  Miren que la cosa es berraca allá fuera y ¡no estamos para  estar escuchando tus majaderías, Ernesto!

-Ernesto: Papá, es que para ti las acciones de tu sombra aquí presente, me refiero a César, son intocables, pero cuando te des cuentas que te decepcionó, voy a estar ahí para recordarte lo que te aconsejaba.

-César: No te preocupes, Ernesto, pues si  papá ya se dio cuenta de algo, ha sido gracias a ti.  Descubrió que sólo puede contar conmigo para manejar la empresa, no hay nadie que pueda administrarla como yo.

     La mirada fulminante de Ernesto hacia César fue interrumpida por la voz de Doña Nidia.  Ella era una mujer de gestos exagerados,  hasta ridículos. Amaba ser parte de cuanta asociación o club existiera, activa mujer de mundo y fanática de usar zapatos, accesorios y vestuario de diseñador. Cuando Doña Nidia entraba en una habitación, su presencia se hacía sentir y ésta no era la excepción; la cual fue de más oportuna, la rivalidad de los hermanos Rosales era evidente.

-Nidia: ¡Pues qué son todas estas discusiones!  No en vano los convencí para que nos pasáramos una semana aquí en la hacienda, lejos de oficinas, minas, talleres, política.  A parte que estaba pensando invitar a los De las Casas a pasarse unos días por acá.

-César: No cuentes conmigo para tus planes, mamá.   Tengo programado un viaje de negocios a Panamá para reunirme con unos empresarios interesados en distribuir la línea de joyas en la Zona Libre de ese país.  Me estoy yendo mañana mismo, así que no veo razón para invitar a nadie; menos a la familia de Mercedes. 

    Don Fabriciano responde de la forma habitual en la que él hablaba con su esposa: Siempre enojado y molesto.

-Fabriciano: ¡Siempre con tus cosas imprevistas y absurdas, Nidia! Quién puede tomar vacaciones, aquí mismo, donde está la zona de minas de esmeraldas, la fuente de nuestro trabajo. ¡Yo  tengo cosas que hacer en la mina y muchas más lejos de aquí; así que me estoy yendo pronto!

-Nidia: Por lo visto todos aquí son unos fanáticos del trabajo.  ¿No me digas, Ernesto, que también te vas?

-Ernesto: Pues con la pena, querida, madre, también tengo muchas cosas que atender.  Es más, tengo que hacer un par de llamadas, por lo que con su permiso.  Voy a tener que retirarme.

-César: Yo también me voy; perdona, mamá, si dañé tus planes.

-Nidia: No te preocupes, hijo, me quedaré aquí hasta que se vaya tu padre.

    Enérgicamente, Don Fabriciano reacciona ante las palabras de su esposa, diciendo:

-Fabriciano: Pues ve haciendo las maletas, ¡mañana mismo nos vamos!



Melissa G.

Continúa en la siguiente #HistoriasCortasTCE 24-Parte 3……


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