#HistoriasCortasTCE
No. 16-Parte 1: “La Suerte de las
Esmeraldas”.
Bogotá. Instalaciones de GEMAS GENERACIÓN ROSALES,
S.A. Presente.
Don Fabriciano Rosales se
encuentra con su hijo Ernesto cara a cara por los pasillos de la empresa de
esmeraldas Gemas Generación Rosales, S.A.
Ernesto era un hombre pasando sus treinta y cinco años, atractivo, de cabello y
ojos oscuros, sarcástica sonrisa y brillo de ambición en su mirada. Quizás el rasgo más fuerte en Ernesto era su
sagaz inteligencia. A pesar de todo esto,
para Fabriciano ser el padre de Ernesto hasta ahora no había sido una ventaja
personal dada su propia ambición, por el contrario, ese hijo había sido para él
una carga sobre sus hombros. Con
desagrado, Fabriciano escucha el irónico saludo de Ernesto: -¡Cómo amaneces,
papá, dado que hace rato no se te ve por ninguna parte! Fabriciano
toscamente le responde a su hijo: -¡QUÉ TE IMPORTA! Ernesto sonríe como
sólo lo sabía hacer él y esconde sus sentimientos tras una contestación
indiferente: -Como quieras.....ah, necesitamos hablar, tengo que ir a la
mina La Próspera.....No, no, no, papá, no me mires así, no es por capricho que
quiero abandonar la empresa, es por pedido de César, alias tu hijo
preferido. Como él anda ahora queriendo
ser joyero, alguien le dijo que podía serlo, yo no, la mina está siendo
descuidada, al igual que su producción; así que hay que mandar a alguien y
quién mejor que yo que sé cómo funcionan las cosas. Fabriciano sólo aprieta su cara en son de
molestia, para luego añadir toscamente: -Está bien, ve a mi oficina en cinco
minutos; total, hay algo que tengo que decirte.
¡Y no te demores que yo no tengo tiempo que perder, carajo! Ernesto
sonríe y dice: -No te preocupes, papá.
Tan pronto como Fabriciano
desaparece de la vista de Ernesto éste parece entender por adelantado lo que su
padre quería decirle en privado. Su
expresión confiada cambió a consternación, pero rápidamente su mente comienza a
trabajar en sus opciones. Si Ernesto en
lugar de ser un ejecutivo heredero de un imperio de esmeraldas fuera un minero, sin duda alguna sería uno de
los trabajadores más astutos, de juego sucio y amante de romper las reglas de
compañerismo y solidaridad en nombre de la supervivencia. Ernesto dentro de una mina no laboraría para
encontrar una esmeralda, sino para quitársela a quien que se haya jugado la
vida para encontrarla. Él sería de la
táctica de esperar a que alguien casi saliendo del túnel con una bella gema de
color verde se tropezara con una trampa colocada por él, para quitarle la esmeralda. La realidad era que las armas de Ernesto no
eran una navaja o algo con filo usado en la oscuridad de un túnel para
arrebatar lo que no había conseguido con esfuerzo propio; sus armas eran
propias de la comodidad del dinero y de las influencias y poder dentro de un
negocio tan tentador como el de las esmeraldas.
Ernesto camina rápidamente hacia su oficina y
en la privacidad de la misma toma su celular, para llamar a uno de sus
contactos: Cynthia. Marcando un número internacional,
Ernesto le da unas rápidas indicaciones a una mujer que no sólo compartía con
él una relación meramente pasional, sino también llena de ambición. –Cynthia,
dentro de unos diez minutos llama al celular de mi papá y hazte pasar por la
secretaria del gerente del casino del hotel “Royal Bogotá”. Le vas a decir que lamentas mucho que lo
hubieran alarmado por el pago de la deuda de su hijo Ernesto, pero que no es
necesario que él se sienta comprometido de ninguna manera, que ya han tenido
respuesta de mi parte y que el asunto está bajo total control del casino.......
Perdiendo la paciencia Ernesto da
a conocer la furia que también podía tener, dejando a un lado su ironía y burla
en su hablar: ¡YO NO TENGO TIEMPO PARA REPETIR NADA, CYNTHIA, ASÍ QUE MEJOR QUE
HAYAS AGARRADO LA IDEA Y HAGAS EXACTAMENTE LO QUE TE PEDÍ! Ernesto se calma para pasar a decir una de
sus ideas metódicas y altamente analíticas, mostrando la otra faceta de su
personalidad, capaz de ir de la ira a la calculadora frialdad. –Cynthia, tienes que entender que esto no
es un asunto de repetir como un papagayo, sino de entender cómo funcionan las
cosas. Todo es dar un buen golpe
de suerte. ¿Cómo crees que un tallador
de esmeraldas saca el brillo de una piedra? En términos muy sencillos para que
puedas entenderme, todo se trata de tomar una acción rápida, pensar en un
segundo y que la suerte esté de tu lado.
Es como escoger un número en la ruleta de un casino.....Cynthia ante
las palabras de Ernesto, añade: Ah,
ya, como cuando te vas a jugar al casino....Pero, bueno, Ernesto, tú no siempre
ganas en la ruleta, por algo estás endeudado hasta la zapatilla...
.La ironía de Ernesto tuvo su respuesta
para la torpe Cynthia: -Sabes,
Cinthya, lo malo contigo es que lo que tienes de tentadora, lo tienes de bruta......Cynthia
reclama: ¡Ey, qué te pasa, Ernesto,
cómo me dices eso! Ernesto enfático termina la conversación, no sin antes
envolver a su cómplice: Cynthia, lo
que dije es por tu bien, yo te conozco, pero no te puedes quejar de mí, entre
tu hermana y tú te escogí a ti porque eres mucho más bonita y con más
agallas. Ahora haz lo que te digo. Cynthia antes de cerrar la llamada, dice: -Está
bien. Ernesto concluye la
conversación, esperando que la suerte lo acompañara como acompaña a una
esmeralda deseosa de quedar brillante por la talla.
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