Ésta es la 2º historia corta que introduce
el mundo de “Tentación, Color Esmeralda”. Se sigue trazando un camino, el cual
comienza a relatarse en la 1º historia, que cuenta sobre Laura. Ésta, nos presenta a César y Mercedes……
#HistoriasCortasTCE:
No. 2: La foto casi perfecta de César y Mercedes.
No se han bajado todavía del auto y ya se
escuchan los gritos de los periodistas: ¡Ahí viene Mercedes y su prometido! Un
ejército de paparazzi corren hacia ellos. César rápidamente se baja del lujoso
coche y con un gesto de caballerosidad le extiende su mano a Mercedes para que
ella salga a hacer su aparición triunfal. Las luces de las cámaras de
televisión y de fotografía de los demás medios de prensa invaden la retina de
los ojos de la pareja. Ella disfruta cada momento de la atención ofrecida y él
no parece tan cómodo, más bien acostumbrado a la rutina obligatoria de la fama.
Eso sí, el momento de la foto perfecta no demora en aparecer. Mercedes sin
dejar de sonreír le dice “entre dientes” a César: No te olvides de poner cara
de felicidad.....¡Y César lo hace a la perfección! Al día siguiente la foto de
portada en la revista de mayor circulación con ellos dos es inigualable: Una
pareja enamorada, sonriente, famosa, sin escándalos y de apariencia inofensiva,
más bien amigables, con rostros de dichosos y por qué no lo serían si son
bellos y famosos. Lo que no salió publicado fue lo que pasó antes, lo que
ninguno de los dos, César y mucho menos Mercedes, desearían que se supiera. No
salió publicada la verdad.
Horas antes de llegar al evento, César
quiso hablar con Mercedes en el apartamento que compartían. Sentía que su vida se ahogaba, se sentía como
asfixiado, así como le había escuchado decir a su padre: El ex minero
Fabriciano Rosales, que se sentía un hombre atrapado en las profundidades de
las entrañas de una montaña en la zona esmeraldífera colombiana. César estaba
en una etapa de su vida decisiva, era ahora o nunca, no era demasiado tarde,
pero estaba a punto de serlo. Su relación con Mercedes era un infierno y él no
quería que fuese así, no creyó que lo sería cuando tomó la decisión de
compartir su vida junto a ella. ¿Qué fue lo que pasó entonces? César no se
había dado cuenta, pero se había dejado tentar por ideas muy aparentemente
buenas, pero sutilmente malas.
Un día, César optó por considerar a
Mercedes la mujer con la que compartiría el resto de su vida. Sus mayores
atributos eran la evidente belleza que ella tenía y por qué no: Su posición
económica. Él no necesitaba dinero, él tenía una carrera, un apellido
importante, por lo menos el materno y una empresa presidida por su padre que él
heredaría. Así que la mujer que tenía que estar a su lado tenía que tener
ciertas cualidades: Educación, capacidad de relacionarse con los demás, roce
social, cultura, venir de buena familia. Así era Mercedes y por venir de gente
de dinero tenía todas esas cualidades, entonces por qué estaba todo mal. Qué
ironía tan grande para César. La esencia de su trabajo no era otra que
comercializar esmeraldas, distinguir entre una piedra falsa o verdadera y
conocer hasta el último recoveco de la mina que administraba. Pero en su vida
personal, César no podía encontrar la salida, no podía encontrar una solución,
no sabía qué camino tomar, no sabía ni quién era la mujer que estaba a su lado.
César trató de hablar con Mercedes antes de salir a ese evento. Ella no quiso
oír ninguna de sus palabras, con tal de no escuchar lo que ella no estaba
dispuesta a tolerar: Lo nuestro se acabó.
Al regresar del evento, tras haber sonreído
falsamente demasiadas veces, él abrió un frasco de pastillas para dormir, tomó
una y cerró sus ojos verdes, cayendo de sueño. Mercedes hizo lo mismo. Al día
siguiente, César salió muy temprano para la zona esmeraldífera, un viaje de
varias horas por carretera. A medida que manejaba y se alejaba de su asfixiante
realidad, se dio cuenta que había caído en una terrible tentación: La cobardía.
Él no era así, todavía recuerda cuando se veía a sí mismo como un tipo correcto
y que decía lo que sentía. Irónicamente, la llanta de su camioneta atraviesa
una hoja de periódico abandonada en el camino, donde aparecía una foto de él
con Mercedes. Él no se dio cuenta que lo hizo, como no se había dado cuenta que
tenía un camino por delante, pero para hacerlo, tenía que dejar atrás lo que no
había funcionado en su vida. Sólo así César podría tener de ahora en adelante la
foto que todavía ningún paparazzi había captado de él: Una foto de su verdadera
felicidad.
En nuestras propias vidas, esa foto
perfecta nos está esperando para ser tomada y nadie puede posar en ese momento
de plenitud, más que nosotros mismos. No nos podemos perder ese instante.
Que genial historia
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