#HistoriasCortasTCE No. 16-Parte 2: “La Suerte de las Esmeraldas”.
Bogotá. Instalaciones de GEMAS GENERACIÓN ROSALES,
S.A. Presente.
Ernesto dentro de su oficina, estaba a punto de enfrentar a su padre,
Don Fabriciano Rosales, con quien no llevaba una buena relación. Eran las burlas, las ironías e hipocresías
las armas que él mejor usaba, para enfrentar la dureza, el desprecio y la
torpeza que su padre empleaba para dirigirse a él. Una incómoda verdad familiar era la
explicación para esa mala relación entre padre e hijo, y Ernesto la conocía a
la perfección, razón por la cual optaba siempre por buscar salidas rápidas a lo
que lo consumía por dentro. Una de esas
salidas fue la suerte, la adrenalina del azar, el convertirse en un ganador de
forma instantánea al apostar y prontamente Ernesto descubrió que dentro de un
casino, él era el único triunfador entre todos los Rosales De la Vega. Ernesto
se envolvía en una emoción tan embriagadora al ver que con una decisión rápida,
se hacía de dinero y de poder en una mesa de un casino, que prontamente lo
alcanzó la astuta tentación de sencillamente no detenerse en sus apuestas, lo
que borró de inmediato la condición de triunfador y lo colocó en la dura
realidad de ser un hombre lleno de deudas monetarias. Era el momento de escaparse de una posible
descalificación de su padre y para eso, Ernesto necesitaba nuevamente a que la
suerte lo ayudara en sus intenciones.
Unos minutos después Ernesto ingresa a la oficina de su padre Fabriciano Rosales y éste terminaba de hablar por teléfono con su amante Vicky Peralta. –Nos
vemos en la noche, ¡mi mujerona!......Ante el piropo que Fabriciano le
propició a su amante, Ernesto sonrío silenciosamente en son de burla. Fabriciano cerrando el teléfono, se percata
de la mofa de su hijo y le dice sin consideraciones: ¡Y tú de qué te ríes, payaso! Ernesto
prefiere negar el acto diciendo: ¿Yo?
De nada. ¿Acaso hiciste algo digno de
que uno se riera? Bueno, papá a lo que vine.
Necesito ir a la mina porque César anda muy ocupado con lo de la línea
de joyas y.......Fabriciano
interrumpe a Ernesto para decir: Sí,
sí, ya hablé con tu hermano César y él me dijo que te fueras a la mina.....Ernesto replica: -Ah, vaya, ahora es
César el que da los permisos y órdenes para ir a la mina La Próspera, yo que
juraba que el yacimiento era del dominio de todos los miembros de la familia......Fabriciano
indica: No, la mina es sólo mía....pero a lo que te llamé, caramba.....¿Cómo
está ese asunto que debes una fortuna en el casino del “Royal Bogotá”?
Ernesto comienza a jugar a dar largas, esperando la llamada de Cynthia a
Fabriciano: -Papá, no sé quién te dijo eso, pero la situación no es así, más
bien está en total control. Sí, perdí un
poco de dinero, pero nada que mis ganancias personales en la empresa no puedan
cubrir. ¿Quién no tiene una mala noche
en un casino? Fabriciano serio dice:
Eso no fue lo que me dijo el administrador del casino, porque con él
fue con quien hablé........Ernesto guardó silencio esperando el sonido del
celular que lo sacara de su aprieto. En
ese instante la llamada llega al celular de Fabriciano. Él ve el número y al desconocerlo dice: No sé quién me molesta, ese número no lo
conozco, debe ser equivocado.....Ernesto le insiste a su padre: ¡No,
papá, contesta, por favor!.....Puede ser importante. Fabriciano con cierta incredulidad
contesta: ¡Aló! Los segundos que
transcurrieron fueron para Ernesto críticos.
Él observaba a su padre con atención y veía cómo la expresión del mismo
cambiaba con cada palabra que escuchaba.
El rostro de Fabriciano pasó de la intriga, a la atención, de ahí al
cuestionamiento, para luego relajarse un poco.
Fue entonces cuando dijo en voz alta:
Bueno, si es así, voy a hablar con mi hijo.....Le agradezco la
llamada, señorita, mándele saludos al gerente del casino del Royal Bogotá y
dígale que le agradezco que se haya tomado la molestia de llamarme desde fuera
del país en medio de su viaje de negocios, pues........Gracias a
usted....Perdón, con quién tuve el gusto......Gracias, Evangelina, que tengas
un buen día.
Fabriciano cierra la
llamada, sin haber sospechado con quién había realmente hablado y Ernesto cual niño inocente pregunta: ¿Quién era, papá? Fabriciano
muy directo, dice: -Te salvaste, me llamó la secretaria del gerente del
casino para darme un mensaje de parte de él,
dice que ya está arreglando el asunto contigo, que no me preocupe. Yo sólo espero que sea así, que tengas con
qué pagar y que pagues, porque te advierto, si me vuelven a molestar con el
mismo asunto, Ernesto, voy a pagar por ti, pero te voy a cobrar muy caro: ¡Te
saco a patadas de la empresa y asunto saldado! Ernesto dice fríamente: Eso no será necesario, papá. A pesar que Ernesto se había librado
momentáneamente de su problema, decidió meter en aprietos a su hermano
César. –Papá, cambiando de tema,
quería hacer una pregunta algo personal.....¿Ya se arreglaron César y
Merceditas? Es que supe que habían peleado y como estamos a días de la gran
boda......Fabriciano se pone de pie y dice alarmado: ¡QUE CÉSAR Y
MERCEDITAS PELEARON! Los ojos de
Ernesto brillan ante la complacencia de ver alarmado a su padre y en apuros a
su hermano mayor.
Continúa en la siguiente
#HistoriasCortasTCE No. 17-Parte 1…..
Melissa G.
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