#HistoriasCortasTCE No. 15-Parte 2: “Los Tesoros de Doña Matilde”.
Zona esmeraldífera. 30 años atrás.
Los ojos celestes de Fabriciano,
parpadearon tan rápido como lo haría una mariposa, ante la posibilidad de ser
descubierto por su suegro Don Nicanor dentro de la habitación dedicada a la
memoria de su esposa Matilde. La
mariposa esmeralda, aquella joya que Fabriciano pretendía sacar del recinto,
descansaba dentro de su cofre y sería testigo de lo que pudiera ser la
perdición o la salvación del joven hombre transformado de minero a persona de
poder. Todo dependía de quién entrara a
esa recámara llena de lujos y recuerdos.
La puerta se abrió y dio paso a
la ama de llaves, a Doña Pedra. Ella al
ver a Fabriciano dice: -Don Fabriciano, buenos días, qué sorpresa verlo por
aquí en este cuarto.....Fabriciano responde a la par que se dirige a la puerta
para salir rápidamente de ahí: -Por qué te parece raro que esté aquí, si
esta hacienda es de mi mujer Nidia. Doña Pedra agrega unas sabias palabras
cuando ya Fabriciano había abandonado la habitación. A la puerta del lugar la mujer dice: -Es verdad, Don Fabriciano, pero como aquí
no se puede entrar, por una cuestión de respeto, sin el permiso de Don Nicanor,
me atreví a decirle eso; pero menos mal que Don Nicanor no ha llegado.......eso
sí, el que está en todas partes es El Señor, dicen que sus “ojos rondan la
tierra”. Fabriciano a modo de chiste
dice: Pues, qué ojotes debe tener Dios,
¿y de qué color serán? Pedra con una sonrisa, responde: No lo sé, a lo mejor tiene en sus ojos todos
los colores del mundo, o a lo mejor escogió el color más hermoso que esta mujer
ha visto en su vida: El verde.
Fabriciano termina diciendo:
-Verde, como el color de los ojos de mi hijo César......Tras esas
palabras, Fabriciano pensaba abandonar del todo el corredor, pero los pasos de
Don Nicanor anunciaron su arribo. Hubo
un intercambio de duras miradas entre él y Fabriciano, ninguno de los dos dijo
nada; sólo la llegada de un pequeño niño de cabellos rubios y ojos verdes calmó
todo. La inocente criatura se dirigió primero a su padre, quien lo levantó
mientras lo abrazaba y decía: -¡Mi hijo, carajo, qué grande se está poniendo!
Nicanor observó el momento, para luego pedirle a su nieto que viniera hacia él.
–César, ven para acá a saludar a tu abuelo.
El pequeño César obedece y Nicanor lo estrecha entre sus brazos, para
luego agacharse a su altura, de manera de poder observarlo y decir a toda voz,
lleno de orgullo: ¡Eres mi viva estampa, César, cuando seas grande serás igual
a mí!
Doña Pedra había sido testigo del
incómodo momento, de la torpe rivalidad entre dos adultos que pensaban ganarla
usando a un pequeño, como quien se debate por una esmeralda, pensando que
tenerla era todo, olvidando su cuidado. La prudente ama de llaves acaba con el
momento diciendo: -Don Nicanor, estaba por entrar al cuarto de Doña Matilde,
para su visita diaria......Nicanor dice: -Sí, acompáñame Pedra, me llevo
a mi nieto conmigo....Fabriciano antes que se cerrara la puerta del cuarto,
le dice a su hijo César: -¡M’hijo, luego jugamos en el jardín! El
pequeño César responde: -Sí, papá...Fabriciano abandona el corredor y se
dirige hacia otra parte de la región esmeraldífera.
De vuelta a la cantina, Fabriciano
le daba unas órdenes a Honesto Vargas: -Honesto, olvídate de lo de las joyas
de la muerta Matilde, va a ser muy complicado, Nicanor se daría cuenta y yo no
quiero oír los gritos de ese loco. Vamos
a seguir el negocio de contrabando, pero a mi manera. Mi compadre Juan me va a
conseguir esmeraldas de La Própsera para que tú las vendas y me des la mayor
parte de las ganancias. Eso sí, esto lo
vamos a hacer por un tiempo, porque algún día, yo voy a mandar en todo lo que
hay. Honesto Vargas con su
perspicacia acostumbrada, responde: -Está
bien, Fabriciano, haremos las cosas a tu modo, tú eres el jefe; además, siempre
hay formas para lograr lo que uno quiere y en la hacienda de tu suegro, hay más
de una tentadora esmeralda para que te adueñes de ella. ¡A tu salud, mi buen amigo! Fabriciano y
Honesto brindan con un vaso de aguardiente, uno de los tantos momentos que en
adelante, compartirían como socios de andanzas peligrosas.
El
tiempo pasó y treinta años después, Fabriciano ya no es un muchacho ambicioso,
es un hombre adulto de edad madura.
Camina por los pasillos de la empresa Gemas Generación Rosales, S.A y es
saludado con respeto por todos los empleados.
En su camino se cruzó con su hijo César, un hombre de cuarenta años, de
ojos verdes y de físico semejante a Don Nicanor. Pero la vida de Fabriciano seguía siendo el
túnel de una mina con muchos peligros; su hijo Ernesto era uno de ellos.....
Continúa en la siguiente #HistoriasCortasTCE No. 16-Parte 1…..
Melissa G.
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