El inicio de la Historia: Búsqueda.

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Una foto y un escándalo que evitar; lo demás no es tan simple a la vista.

jueves, 20 de noviembre de 2014

#HistoriasCortasTCE No. 9: “Desear una Esmeralda”.



   Esta historia corta nos sigue resumiendo la relación entre varios personajes de la trama y el mundo de las esmeraldas en la #novelaTCE.  Puedes leer la anterior #HistoriasCortasTCE No. 8 para conocer más sobre los protagonistas Laura y César y de ahí recorrer las otras historias para saber más del mundo de #novelaTCE.  

#HistoriasCortasTCE No. 9: “Desear una Esmeralda”.

   Una esmeralda es un objeto innegablemente deseable.  Su atractivo color verde que puede venir en diferentes variantes, desde los profundos verdes azulados a los verdes con notas de color limón, roban las miradas de cualquiera. El brillo, tamaño y valor monetario completan la identidad de una esmeralda, catalogándola como absolutamente tentadora.  Más allá de lo evidente, lo que escribe una historia tras una esmeralda es la manera en que la misma llega a las manos de cualquiera.  Pueden darse muchas formas, pero ambas oscilarán entre los dos caminos posibles que cualquiera puede tomar:  Lo correcto o lo incorrecto.

    Don Fabriciano Rosales siempre optó por la vía expedita para conseguir sus más preciadas esmeraldas: Las mujeres.  Sus profundos ojos celestes tenían la capacidad de escoger la belleza femenina en su máxima expresión, sin importar de dónde viniesen.  Fuera una fresca belleza de campo, una bonita muchacha que perteneciera a humildes estratos o una estilizada dama de hermosura impecable, Fabriciano tenía la capacidad de hacer que todas terminaran en sus manos.  Él ha oscilado en su vida por distintos mundos, todos peligrosos, como un buen minero que ha buscado esmeraldas tanto en las profundidades de un túnel, como a la orilla de un río.  El problema con él ha sido el valor que le ha dado a esas mujeres; Fabriciano las ha deseado para el placer, como quien colecciona esmeraldas por tenerlas, sin profundizar en su valor o en las lecciones que diminutas piedras verdes nacidas en las entrañas de la tierra, pueden dar.  El resultado para Fabriciano ha sido sencillo:  Vacío.  ¿Para qué desear una esmeralda si sólo para que exista vacío?
    Hay quienes creen merecer una esmeralda y ése es el caso de Mercedes.  Nacida en medio de una pudiente familia, llevando a cuestas no sólo apellidos importantes, sino también una cuantiosa fortuna, Mercedes nunca le ha parecido algo extraño que alguien le regale una esmeralda, simplemente por ser ella una “De las Casas”.  Al convertirse en una popular reina de belleza en su país, conquistando así a la nación entera, para Mercedes se convirtió en tema de todos los días el asunto aquel de las piedras preciosas.  La amistad de su familia con los Rosales De la Vega, familia que generacionalmente se ha dedicado a las esmeraldas, tampoco hizo que ella se sorprendiera que nuevamente, los tesoros y las gemas se acercaran a ella; pero cuando la mayor esmeralda de los Rosales De la Vega se acercó a Mercedes, ella simplemente se dijo:  ¿Por qué no tenerla?



    Aquella esmeralda no era una piedra, sino el prometedor heredero César Iván Rosales De La Vega.  Que lo apodaran el “zar legal de las esmeraldas” no pareció sorprenderle a Mercedes.  Tal pareciera que un reconocimiento a la labor y distinción profesional de César no era un asunto tan importante, como el que ella estuviera a su lado.  En su mentalidad tan personalista, César era apodado más un “zar”, por ella, que por otra razón, puesto que en su lógica, ella era un “reina”, así que él debía ser un “rey” y por ende, ella era la única para ocupar el papel de “zarina de las esmeraldas”.  Ante tales conclusiones, Mercedes decidió que César tenía que ser para ella, simplemente por ser ella quien era.  Sin importar que él estuviera lleno de cualidades, Mercedes entró en su vida, para no hacer otra cosa después que dominarlo.  No hay algo más triste que tener una esmeralda, por tenerla, por decir que es mía, pudiendo ésta servir para tanto.  ¿Para qué tener entonces una esmeralda por capricho?


     Hay otro caso donde poseer una esmeralda, lo es todo, donde no hay algo más grande en la vida que tener algo valioso en las propias manos.  Eso fue lo que le pasó a Daniel cuando conoció a Laura, una mujer tanto inteligente, como de buenos sentimientos, sumado a su atractivo físico; una sutil tentación para un hombre romántico como él.  Desde el primer momento en que la conoció, su mundo giró alrededor de ella, o por lo menos eso fue lo que él pensó.  Daniel estaba claro que con Laura, se casaría algún día, sólo era cuestión de esperar a que las cosas estuvieran mejor en el plano monetario, pero mientras tanto, estar cerca de su amada lo era todo.  Daniel sólo olvidó el detalle de preguntarse si Laura estaba cómoda con la situación, lo que sería equivalente a tener una esmeralda, sin saber exactamente cómo cuidarla.  ¿Para qué idolatrar a una esmeralda, sin entender que con tenerlas en las manos, no es suficiente?

    Existen casos más complicados, como el de aquellos que han tenido una preciosa piedra de color verde, pero la han perdido.  Eso mismo le sucedió a Don Nicanor y a Arístides, abuelo y amigo de César, respectivamente.  Ambos hombres conocieron la viudez desde muy jóvenes, apegándose al recuerdo, convirtiéndose lo valioso que un día tuvieron, en una barrera para no seguir adelante.  Nunca ninguno de los dos se conformó con la soledad; sin embargo, el sentido de pérdida no los dejaba salir de su tristeza.  Doña Simona, la ama de llaves de la hacienda de los Rosales De la Vega, también enviudó, pero hizo a un lado el dolor, por todo lo que vivió y lo que le quedaba por hacer; en cambio, Nicanor y Arístides quedaron incompletos.  Eso sería como haber tenido una esmeralda y no atreverse a buscar otra después.  ¿Acaso no existen las esmeraldas para desear lograr una mejor vida? Hasta los mineros, conocen esta verdad, que un par de millonarios como Arístides y Nicanor tuvieron que entender. 





   Y hay casos donde una esmeralda, necesita de otra, como dos piedras que necesitan juntarse para conformar después un hermoso par de zarcillos.  Ése es el caso de Laura y César, cuyas insatisfacciones personales inmediatas, no les permiten ver que existe una esperanza, una opción de vida.  De tanta inconformidad, se puede producir muchas reacciones, desde no saber manejar lo que se presenta, hasta perder una oportunidad. Eso sería algo así como encontrarse con una esmeralda y no saber manejarla, para retenerla . ¿Para qué desear una esmeralda, si no es para otra cosa que para quedarse siempre con ella y ser  feliz todo el tiempo a su lado? ¿Para qué desear la parte que nos hace falta, sin entenderse también uno mismo? La fórmula tampoco es tan sencilla, porque siempre hay quienes se oponen, pero el valor de una esmeralda hace necesario que se haga todo lo posible, para no sólo encontrarla, sino también para que quede en las mejores manos. Nuevamente, la salida a tantos dilemas es semejante a caminar por una mina en busca del escape al exterior. El recorrido no es sencillo, pero las decisiones más sabias son las que harán la diferencia.

    Todos estamos llenos de deseos que se traducen en sueños.  Una buena manera para hacerlos realidad y duraderos, es replicar lo que hace un comprador cuando va en busca de una hermosa esmeralda.  Mucha investigación, planificación y lo más importante: Un claro entendimiento de para qué se quiere esa piedra preciosa. Hay que saber para qué se desea una esmeralda y la mejor razón, es la felicidad. 

Melissa G.

Continúa con la siguiente #HistoriasCortasTCE No.10.....

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