Esta breve historia nos
sigue introduciendo a la vida de la paparazzi Laura Gómez, protagonista de la
#novelaTCE. El momento que se nos narra
es justo antes que ella emprenda su camino hacia el protagonista de ojos
verdes: César Rosales De la Vega. Puedes
conocer más sobre César en la anterior #HistoriasCortasTCE No. 7.
#HistoriasCortasTCE
No. 8: “Ver unos ojos verdes”.
El escritorio de Laura
estaba invadido por una cantidad gigantesca de material sobre la próxima boda
de la afamada ex reina de belleza Mercedes De las Casas y el Industrial
de las esmeraldas César Iván Rosales De la Vega.
Revistas, recortes de periódicos, notas
bajadas de portales de internet, sin olvidar la pantalla del viejo computador
de la sección de espectáculos y sociales del canal 52, que tenía
desplegado una imagen de la sonriente pareja que estaba acaparando la atención
de todos: Toda esa colección informativa rodeaba a la joven periodista. Laura, como una agitada paparazzi de
un canal de baja audiencia, no tenía tiempo que perder. Ella estaba en la búsqueda de la que sería la
nota más impactante dentro del segmento El Pantallazo.
Aquella desmedida importancia que se le había
dado a la unión matrimonial de dos distinguidas personas de la alta sociedad
había despertado en ella su sentido investigativo y en ese camino, una mezcla
de curiosidad y deseo por la verdad la había tentado a querer descubrir qué
había más allá de las apariencias. Lo que no sabía Laura era que adentrarse en
ese búsqueda periodística, podía ser más peligroso que andar por primera vez
dentro de un oscuro túnel de un mina de esmeraldas.
La primera pista que siguió Laura fue la calculada sonrisa de la
protagonista de la historia del momento: Mercedes. Ella sabía cómo acaparar la atención de todos
con su indiscutible belleza, fama y distinción social, pero eso no había sido
suficiente para convencer los instintos
de la ágil paparazzi. Por tal
razón, ella había decidido reunir todos los datos posibles y comenzar su
investigación, apoyada con la fuente de información que le proveía el viejo
productor del 52: Don Pedro.
Hasta ahora, Laura, en sus afanes, había tomado el tema desde un punto
de vista científico; era una cuestión de descubrir una falsedad aparente. Por ello, la figura de César Rosales De la
Vega, el célebre prometido, apodado en los medios industriales y sociales el “zar
legal de las esmeraldas”, había sido hasta ahora una especie de figura
observada bajo una fría mirada investigativa, pero un segundo escapado en medio
de los afanes, cruzó la mirada de Laura con los ojos verdes de César,
plasmados en una fotografía.
Entre tantas fotografías donde
Mercedes y César aparecían posando como la pareja perfecta, hubo una en la que
por un descuido, se captó un momento de sinceridad por parte de él. Laura tomó entre sus manos esa imagen que
aparecía en una revista y por varios segundos observó con atención los
entristecidos ojos verdes de César, los observó como un experto
conocedor observa a una piedra de profundo tono esmeralda para
identificar su veracidad.
Y para la
sorpresa de la periodista, lo que ella vio no sólo captó su atención, sino que
también llegó a convencerla de su teoría de la existencia de una mentira tras
la pareja que medio país idolatraba; pero más allá de sentir emoción por estar
a punto de descubrir lo que buscaba, la revelación llegó a conmoverla. Frente a ella, estaba la tristeza de un
hombre que parecía tenerlo todo, el apodado “zar legal de las esmeraldas” no
era otro más que un hombre incómodo por lo que estaba viviendo. Sus ojos verdes parecían declarar que no sólo
estaba cansado y vacío, sino también confundido y temeroso. Se suponía que él estaba a punto de casarse
con la mujer de sus sueños; ¿entonces por qué se veía como si estuviera en
medio de una pesadilla de la cual no lograba salir?
Laura se detuvo por unos segundos más, observando la fotografía
donde los ojos verdes de César parecían decirle a ella lo que el resto
de la sociedad desconocía, una revelación que podría estremecer demasiados intereses. La pregunta ahora era qué hacer o qué sentir,
segundos antes aquel hombre era una figura más de la sociedad que ella debía
analizar periodísticamente, aunque fuera como una paparazzo, pero ahora él era
un hombre triste, un ser humano. Su confusión era más grande que la que
experimenta un minero cuando sin pensarlo, descubre una esmeralda rezagada
en tierra que se había desechado.
El
sonido del teléfono dispuesto en la oficina de sociales y espectáculos
saca a Laura de sus pensamientos. Su
amiga Mónica le da la noticia que la llamaba su novio Daniel. La dulce voz de éste le recuerda a Laura su
realidad. Ella tenía una vida, muchos
problemas que resolver, sueños que cumplir, un trabajo que realizar, una verdad
que descubrir......pero, ante tal revelación, qué camino tomar.... Laura optó por el mejor, el de seguir el
curso de su investigación y no pudo haber tomado una decisión más perfecta,
porque ese camino era el único que la llevaría hacia la verdad y por ende,
hacia César. Pero por unos segundos, ella se detuvo a ver algo que hablaba más
verdades que mil palabras: Unos ojos verdes.
Al
igual que Laura y su descubrimiento, sólo hace falta detenernos por un momento,
para ver más allá de las apariencias, pero ése es sólo el inicio del reto. ¿Qué
hacer cuando descubrimos una verdad escondida en otro ser humano? Quizás el
principio básico de ponernos a pensar cómo nos gustaría ser tratados, bien
podría empezar a darnos una luz en el difícil camino de hacer lo correcto. Añadir un poco de sabiduría tampoco estaría
demás en una encrucijada de ese tipo, pero ciertamente, la verdad es la vía
directa hacia el propio destino.
Continúa con la próxima
#HistoriasCortasTCE No.9……
Melissa G.
@MelissaGuardiaV
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